Boletín Culturín N°4

En este boletín nos iremos despidiendo (por lo menos durante un tiempo) de los cuentos fantásticos. El género es vastísimo, pero la intención es que la cultura circule en distintas direcciones y no que se estanque. La elección fue difícil y fue un suceso que decepcionó a más de uno (entre los que me incluyo) lo que motivo la decisión. Hablo del Apocalipsis programado para el pasado 06/06/06. No hizo frío, hubo un día soleado, no hubo terremoto ni granizo. Inútilmente cerré las ventanas y comprobé desde mi casa que el mundo seguía de pie. Definitivamente fue el Apocalipsis más aburrido de la historia. En el 2000 hubo fiesta y todo.
Yo esperaba que alguien me venga a buscar. Un ángel de Dios o los amigos de Satanás. A decir verdad, dada mi condición, esperaba al ángel gris del que habla Dolina; ese que quedó a mitad de camino por ser lo necesariamente bueno para no condenarse y demasiado atorrante para ser aceptado por San Pedro. Aparentemente, nadie quiere recibir los favores el ángel gris porque su gentileza está cargada de desdicha. A Jorge Allen (el poeta) le regaló amores imposibles de ser correspondidos. El ángel piensa que una desgracia siempre es mejor que la alegría y sostiene que “el que no arriesga, no pierde”.
En eso estaba yo aquel 5 de junio cuando recordé un cuentito (¡Sólo tres oraciones!) que creí apropiado. La primera vez que lo leí, me pareció una estupidez. Lo releí. Me resultó más idiota aun. Le di una última oportunidad. La tercera vez, cuando verdaderamente dimensioné lo que sucedía, me entró un verdadero escalofrío.
El texto es de un autor norteamericano que, al parecer, imaginó una escena de desolación apocalíptica y decidió contarla. Murió en Boston en el año 1907.
Antes de nuestro cuento vedette, un anuncio a los curiosos: los dos cuentos de este género que, para mí, son realmente excepcionales no serán los envíados por este medio dada su extensión. Más abajo, les dejo reseña de sus autores y de los enlaces para encontrarlos. Ambos figuran en la red. Ahora sí, nos vamos con Aldrich.

Sola y su alma

Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.

Thomas Bailey Aldrich (1912)

Si, era muy cortito. Agrego este otro para los que se quedaron con ganitas:

Los ojos culpables

Cuentan que un hombre compró a una muchacha por cuatro mil denarios. Un día la miró y echó a llorar. La muchacha le preguntó por qué lloraba; él respondió: -Tienes tan bellos ojos que me olvido de adorar a Dios.
Cuando quedó sola, la muchacha se arrancó los ojos. Al verla en ese estado el hombre se afligió y le dijo:
-¿Por qué te has maltratado así? Has disminuido tu valor.
Ella le respondió:
-No quiero que haya nada en mí que te aparte de adorar a Dios.
A la noche, el hombre oyó en sueños una voz que le decía:
-La muchacha disminuyó su valor para ti, pero lo aumentó para nosotros y te la hemos tomado.
Al despertar, encontró cuatro mil denarios bajo la almohada. La muchacha estaba muerta

Ah’med Ech Chiruani


Los cuentos a los que me refería son dos: El primero (es mi cuento preferido) se llama Enoch Soames, de Max Beerbohm: un escritor menor y caricaturista de nacionalidad inglesa; nacido en 1872 y muerto en Italia en 1956. Este cuento es la historia de un hombre que desea saber qué será de su obra literaria en el año 1997. Para visitar el futuro pedirá ayuda al mismo diablo. Enoch Soames (ir a mitad de página).
El segundo cuento es del gran Saki: nacido en Birmania y radicado en Inglaterra. Quedó a mitad de camino entre escritor de culto y el reconocimiento masivo. Este hombre es una curiosidad histórica: se alista en el ejército para combatir en la primera guerra mundial. Esto no sería nada si no fuese por el hecho de que Saki tenía 46 años en ese momento. Según parece, fue muerto en la trinchera por el disparo certero de un francotirador. Dicen que sus últimas palabras fueron para un compañero al que dijo: “Apaga ese maldito cigarrillo”. Dueño de un humor ácido y corrosivo, fue un gran crítico de la sociedad y su mediocridad. Sus obras volvieron a editarse este año, pero el precio de las mismas es desalentador. El cuento que recomiendo es “Sredni Vashtar”. Se trata de un niño cuidado por su prima que no lo quería. Él correspondía de desamor con odio. Encuentra un hurón y lo convierte en su dios, al que reza y visita. El cuento es impresionante desde el principio hasta el final. Este es el vínculo Sredni Vashtar

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