Cuando la vendedora me aconsejó que comprara un libro de Sam Shepard, dudé. Desconfiaba de que ese rubiecito con aire holywoodense pudiese escribir algo que interesara. Pero la vendedora insistió y entonces decidí hojear la edición de Anagrama para ver qué había. La clave la encontré en la contratapa: decía que Sam Shepard era amigo de Bob Dylan, que había colaborado con los Rolling Stones y Patti Smith y que había ganado un Pullitzer. No lo dudé y entregué dos billetes por mi volumen de “Crónicas de Motel”, donde encontré un escritor que ataca con relatos llenos de fuerza en un lenguaje crudo y lacónico, obligándo al lector a mantener la atención en las historias sin distraerlo con adornos innecesarios. En las obras de su autoría hay recuerdos rurales, personajes nostálgicos, sórdidos y solitarios que han perdido los sueños y que se saben disconformes pero acostumbrados. Sorprende la franqueza y la forma de mirar el mundo con un realismo extremo que suele rayar con lo insoportable y que no pocas veces está atravesado por el rock. Su visión sátira y ácida muestra el mundo con un tinte absurdo, revelando lo que hay detrás de la escena cotidiana.
Nacido en 1943, fue precoz en literatura y dramaturgia. A los veintitrés años recibió tres premios Obie y luego una beca de la Fundación Rockefeller y una beca Guggengheim. Con treinta primaveras, el escritor tiene la misma cantidad de años que de obras de teatro estrenadas. Su aporte como dramaturgo lo hace un referente en el teatro contemporáneo con innumerables obras escritas y, como si fuera poco, también escribió guiones para cine, actúo en numerosas películas, escirbió cuentos y poesías. En español se publicaron pocos de sus trabajos siendo “Crónicas de Motel” el único libro de poesía y relatos que puede conseguirse en cualquier librería. “El gran sueño del paraíso” (un muy recomendado libro de cuentos y relatos) se consigue con mayor dificultad, al igual que “Rolling Thunder: con Bob Dylan en la carretera”. “Luna Halcón”, por su parte, está prácticamente agotado y sólo pude constatar la existencia de dos ejemplares en las librerías más respetables de Buenos Aires. Ahora sólo queda uno porque el otro ya es mío.
En esta oportunidad, les acerco un poema sacado de “Crónicas de Motel”. La traducción al español fue retocada para que se adapte mejor a nosotros. Gracias Yamita y Cinderella por la colaboración en esta tarea.
me encontré con la doble de la Estrella
al abrirse la puerta del ascensor
y yo salía
y ella entraba
a las 4:00am
y vi que estaba absolutamente dada vuelta
le pregunté qué había tomado
dijo 6 Valium y Vino Blanco
porque hoy era el último día de rodaje
y le pareció que había que celebrarlo
acostándose con algún tipo del equipo
y drogándose
porque éste era su pueblo
y ella se quedaría
mientras nosotros nos iríamos
y la tortura de no ser más que una doble
dejada atrás
en un pueblo en el que le dolía haber nacido
estaba destrozándola ahora
de verdad
y eso hizo que volviera a avergonzarme
de trabajar como actor en una película
y provocar ilusiones tan estúpidas
de modo que me la llevé a mi habitación
sin planes respecto a su cuerpo
y ella se sintió desesperadamente decepcionada
intentó arrojarse por la ventana
y le dije que no valía la pena
no es más que una película estúpida
no tan estúpida, dijo ella, como la vida
1/11/81
Seattle, Wa.