Boletín Culturín N°21

El nacimiento del rock fue uno de los sucesos culturales más importantes del siglo XX. Su irrupción es tomada en un comienzo como un atentado a las buenas costumbres, una propuesta verdaderamente peligrosa y agresiva para la sociedad que creía en las apariencias, en la virginidad como valor, en la familia y en el “sueño americano”. Este desagradable suceso promueve una nueva caza de brujas en la que religiosos, movimientos conservadores y padres de familia serán los encargados de apuntar los fusiles. Música de negros aparecida (según el consejo de ciudadanos de Alabama) para rebajar a los blancos a la categoría de negros. Esto, sin duda, fue una bendición para las discográficas, para la juventud incipiente y para los vendedores de drogas.

Pero lo incomprensible del rock, lo verdaderamente aterrador y revolucionario era su capacidad de destruir lo establecido, de atentar contra la bondad de un sistema que, en apariencia, no presentaba grandes fisuras. Acabada la segunda guerra mundial, los rusos y este subversivo movimiento (facilitado por los casi humanos negros) eran los enemigos públicos de la sociedad de las buenas costumbres (después sumarán a la lista a otros indeseables como México, Cuba y Vietnam).

Hablamos de la mitad del siglo XX y de un tal Chuck Berry (para muchos el padre del rock) apareciendo en TV utilizando una guitarra eléctrica como elemento fálico; un Elvis Presley que inventa un baile arriesgado quebrando sensualmente la cintura, las mujeres (las tan sumisas y planchadoras mujeres) gritan enloquecidas y de pie sobre las butacas de los teatros y estudios de televisión. La frase que resume la actitud aparece en la inmensa mayoría de las canciones: “Eres mi nena y esta noche lo nuestro es solo rock”. Nada de ir a la universidad, formar familia, y acceder a la hipoteca. Pero todo lo que el rock quería mostrar se hace persona en la figura de James Dean: rebelde, irrespetuoso, eternamente joven y jugando con la vida hasta el final. Una sola idea resume su actitud: esta noche es todo lo que tenemos y nosotros haremos rock (con lo que esto significa) hasta el amanecer.

Y como no podía ser de otra manera, la economía logró domesticar a la mayoría de los irreverentes, inventar otros tantos y asesorar en el peinado para que los tibios rebeldes se conviertan en temerosos rebeldes.

Este contexto irá mutando, el rock tomará formas nuevas con sus subgéneros (por economía verbal no entraremos en detalles) y la literatura también está allí, siendo protagonista de la nuevas manifestaciones culturales. Sam Shepard (quién será nuestro anfitrión en un próximo boletín) aparece en una gira junto a Bob Dylan y se irá perfilando como un escritor cercano al cine, al rock y a la vida cotidiana estadounidense. Y como no podía ser de otra manera, el amor también está presente en su pluma. En esta oportunidad les traigo una poesía de tomada de “Crónicas de motel”.

El insomnio es una cadena

El insomnio es un lazo

El insomnio es un círculo vicioso

Ahora mismo

Dentro de mi cabeza

Dentro de los huesos

Gira mi cuello

Se mueve el cartílago

Me gusta el ruido de mis huesos

En medio de esta emergencia

Pienso en ti

Y sólo en ti

En medio de esta sangre insomne

Tus labios rosados

Tus brazos extendidos hacia arriba

No puedo respirar sin ti

Pero este círculo de costillas

Sigue funcionando por su cuenta

17/5/82

Lancaster, Ca.

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