Mi vieja me enseñó a hablar; la escuela a leer y Dolina a escribir. Si bien el “Negro” no figura en el canon académico de los literatos, pienso indiscutible el aporte de su obra; y no por su contribución a la literatura de las formas si no por su contribución a la exposición de los problemas metafísicos, amorosos y fatales a los que nos encontramos sometidos cotidianamente los bichos humanos. Dolina no deja que nos engañemos. Hay una sospecha profunda y permanente de que existe algo terrible y estremecedor en el amor, el arte y la vida; si no es todo una sola cosa. El dolor es inseparable de la belleza y, probablemente, el secreto del universo está en un boleto de colectivo; sin contar que uno puede encontrar al mismo diablo mientras aprieta con una morocha pechugona contra el portón de un corralón. En todo momento se nos recuerda que la nostalgia y la amistad no son circunstancias, si no valores. Sus personajes se pasan la vida buscando la primera novia, deciden el futuro en una partida de billar y son seducidos por mandinga en una pizzería en el barrio de Flores.
Alejandro no es un escritor que, sentado en una biblioteca, recuerda el barrio con añoranza; es un tipo del barrio que un día encontró una biblioteca. Nos relata sucesos desde un bar; improvisa desde la calle y sus personajes son atorrantes que recuerdan a los amigos de la infancia, siempre y cuando uno haya vivido en un barrio donde se jugaba a la pelota en la calle, a las escondidas o a las bolitas. Y aunque no abunden tecnicismos magistrales ni vocabulario exquisito, el Negro mete en los corazones de tipos normales (aunque dotados de una sensibilidad anormal) problemas de una profundidad abismal. Es difícil hacerle justicia en un solo escrito porque en cada uno de ellos hay un fragmento de una interpretación más compleja de la realidad que se deja ver en la medida en que se avanza en las lecturas. Es imposible elegir uno de sus escritos sin sentir que no le estamos haciendo justicia.
Polifacético, el alguna vez estudiante de derecho, historia y música escribió tres libros, una compilación de radiocine (con la colaboración de Cecilia Milone, Julia Zenko y Alfredo Alcón, entre otros no menos notables) y una opereta criolla llamada “Lo que me costó el amor de Laura”, en la que encontramos la colaboración de Serrat, Sábato, Baglietto, Mercedes Sosa, Sandro y Les luthiers y más.
Los dejo aquí con un texto tomado del libro “Crónicas del Ángel gris”, en el que se narra un hecho que transcurre en el barrio de Flores, donde el diablo (una vez más) intenta comprar un alma.
El hombre que pedía demasiado
Satanás: ¿Qué pides a cambio de tu alma?
Hombre: Exijo riquezas, posesiones, honores, distinciones… Y también juventud, poder, fuerza, salud… Exijo sabiduría, genio, prudencia… Y también renombre, fama, gloria y buena suerte… Y amores, placeres, sensaciones… ¿Me darás todo eso?
Satanás: No te daré nada.
Hombre: Entonces no tendrás mi alma.
Satanás: Tu alma ya es mía. (Desaparece).