Boletín Culturín N°15

Hace tiempo que ando con ganas de escribir un boletín. Incluso recibí sugerencias de almas solidarias que me invitaron a sondear sus inquietudes para tratarlas en este espacio. Confieso que no tuve la suficiente habilidad para no enredarme, una y otra vez, en un ensayo. De los dos o tres boletines que rondaban en mi cabeza, tuve que elegir uno. Admito que mi decisión se vio claramente influenciada por una fecha conmemorativa. Para los que no se acuerdan, el 13 de junio es el día del escritor.
Busqué alguna idea. Traté de aproximarme a Lugones, pero nunca leí nada. Creo que tampoco me interesa. Estuve a punto de abandonarme en la desesperanza cuando me acordé de Pedro Bonifacio Palacios.
Palacios fue un escritor que vio la pobreza desde el primer día y siempre estuvo atado a ella. Nunca se destacó por su estética literaria y alcanzó algo de fama como periodista apasionado. Su educación jamás superó la escuela primaria y como escritor fue autodidacta. Adolescente ejerció la docencia, siendo director de escuela con dieciséis años. Como maestro conoció a Sarmiento y tiempo más tarde fue destituido de su cargo por no poseer título habilitante. Sin darse por vencido, volvió a la docencia hasta que fue finalmente separado de su cargo. La versión oficial dice que las razones políticas sentenciaron su suerte. Sin embargo, Palacios no era allegado a ningún partido político. Es más, combatía fervorosamente a todos por igual.
Fue bibliotecario y traductor de la Dirección General de Estadística. Tuvo la oportunidad de exponer sus versos ante la elite porteña y sus textos fueron recibidos con elogios. Ese día, profundamente amargado, declaró: “Me han domesticado”. Si bien el seudónimo de Almafuerte adquiría fama, sus privaciones materiales no lo abandonaban. Aún así, el escritor adoptó cinco hermanos con quienes compartió generosamente lo poco que tenía. Impulsivo, casi intolerante, Palacios dejaba boquiabiertos a los que lo rodeaban. Rechazó los cargos públicos que se le ofrecieron por considerar vergonzoso vivir con presupuesto oficial.  Más tarde, el gobierno aprobó una pensión vitalicia, que el escritor no pudo disfrutar porque falleció poco tiempo después de que le fuera otorgada. Almafuerte me apuñala el alma; me lastima con sus versos incisivos. Aquí les dejo una pequeña muestra de este escritor que, sin ser literato, decidió escribir.

El soñador

Le aserraron el cráneo;
le estrujaron los sesos,
y el corazón ya frío
le arrancaron del pecho.
Todo lo examinaron
los oficiales médicos
mas no hallaron la causa
de la muerte de Pedro;
de aquel soñador pálido
que escribió tantos versos,
como el espacio azules
y como el mar acerbos.
¡Oíd! Cuando yo muera,
cuando sucumba, ¡oh, médicos!
ni me aserréis el cráneo
ni me estrujéis los sesos,
ni el corazón ya frío
me arrebatéis del pecho,
que jamás hasta el alma,
llegó vuestro escalpelo.
Y mi mal es el mismo,
es el mismo de Pedro;
de aquel soñador pálido
que escribió tantos versos,
y como el espacio azules
y como el mar acerbos.

Almafuerte.-


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