Boletín Culturín N°12

El domingo hay elecciones… bastante particulares, pero elecciones. Como todos sabemos, son obligatorias. Lo interesante es que hacemos como una especie de casting de políticos. Me gustaría que sea como “Gran hermano”, donde los elegidos permanecen encerrados cuatro meses y sólo deben padecerlo los masoquistas.
Vamos por partes y tengamos en cuenta sólo aquellos partidos que obtienen más de 350 votos.
Prestemos atención al Partido Justicialista (PJ), ese movimiento creado por Juan Domingo Perón: un militar que supo acercarse a los sectores más desprotegidos y les otorgó sus derechos, que tuvo la oportunidad histórica de hacer de Argentina un país grande, que refugió a los nazis, que permitió hechos de corrupción tan graves como el de la compañía eléctrica y que fue elevado casi a la categoría de un dios pagano. Es fácil suponer que en el seno de este partido se pueden encontrar, a un mismo tiempo, personajes cobardes, corruptos, progresistas, conservadores y dictadores (de aquí la diversidad de corrientes en el mismo partido). Perón solía decir que los peronistas son como los gatos: cuando todos creen que se pelean, ellos se están reproduciendo.
Si atendemos a la Unión Cívica Radical (no puedo creer que todavía exista la UCR), vemos que el único radical en su historia fue Leandro N. Alem, su fundador, que se suicidó mirando como el país que deseaba se le iba de las manos. En una de sus últimas cartas (si no fue la última) mandó literalmente a la mierda a todos los radicales en general y a su sobrino, Hipólito Irigoyen, en particular. Este último (un conservador amigo del modelo agroexportador) supo ser presidente del partido y del país, secundado por otro radical más conservador llamado Marcelo T. de Alvear. El partido seguiría en pie hasta la llegada de Alfonsín, que lo hiere de muerte y el tiro de gracia se lo intenta dar Fernando de la Rúa, que ni para eso sirvió porque lo dejó agonizante.
Sigamos por el Partido Obrero (PO): una suerte de paracaidistas que interpretan el universo (y el más allá también) a la luz de León Trotsky. Su doctrina es menos comprensible y más rebuscada que la teorías de Federico Klemm. Al principio parecen normales y coherentes hasta que enfrentás el debate. Después te cansan. Más tarde los detestás y, por último, ya ni los tomás en serio.
Por su parte, el Partido Comunista Revolucionario (PCR) es el más coherente, honesto y serio que conozco. Lamentablemente, todavía no han encontrado métodos de lucha que la sociedad acepte, no van a elecciones y están convencidos de que su pensamiento y Marx son incuestionables.
Pero esperen, esperen que todavía hay más. Nos queda el Partido Socialista (PS). Si los otros presentaban dudas, este es increíble. Porque la diversidad de los peronistas no nos sorprenden, los radicales no nos asustan, los del PO no existen, y al PCR nadie los va a tomar en serio hasta que sea demasiado tarde. El PS se presentaba como una alternativa para la clase media. Pero su representante, Hermes Binner, fue alagado por el presidente Néstor Kirchner (un hábil político acusado de regalar la patagonia, famoso por tener un discurso de izquierda y tomar decisiones liberales. Todas esas cualidades juntas se pueden encontrar, como habrá sospechado, en un peronista). Su vicegobernadora Tessio (UCR) dijo en radio pública (y sin ponerse colorada) que el único plan económico viable para Argentina era el de López Murphy (un conocido conservador, también de la UCR, que quiso ser ministro de economía con modelos liberales y su primera medida fue recortar en educación. Duró apenas unas horas en el cargo). Binner (recordemos, el socialista) apoya como candidato para intendente al actual rector de la Universidad Nacional del Litoral, cuya interpretación de la educación universitaria es elitista y privatista, lo que no encaja en absoluto con la educación pública y gratuita que pretenden sostener los socialistas. Pero esperen, que sigue: el MNR (la parte estudiantil del PS) trabajó en frente de mis narices por una educación más equitativa, apoyando a Binner y castigando, cuantas veces pudo, al rector de la UNL (o sea, al actual candidato a intendente del PS). Y la Franja Morada (los estudiantes de la UCR) apoyan la candidatura de Barletta, pero no a Binner. Y esto es lo más increíble: al MNR lo traicionó Binner, pero el MNR lo apoya. A la Franja la traicionó Barletta, pero lo apoyan. Eso sí, para el MNR Barletta es una basura y lo mismo opina la Franja de Binner.
En definitiva, si votamos al peronismo, nos puede tocar un progresista, o liberal, o cobarde, o corrupto o todo junto. Si votamos al PO la ciudad va a parecer Babel. El PCR no va a elecciones. Si votás al socialismo, elegís a un tipo apoyado por el presidente peronista, secundado por una conservadora radical, con un intendente que pretende eliminar el acceso a la educación pública. ¿Y los estudiantes? Piensan que el enemigo está en el barco de enfrente. Por eso propongo (porque las sé todas) ir al kilómetro 501. ¿Yo?… argentino.

Las dicaturas invisibles

La madre abnegada ejerce la dictadura de la servidumbre.
El amigo solícito ejerce la dictadura del favor.
La caridad ejerce la dictadura de la deuda.
La libertad de mercado te permite aceptar los precios que te imponen.
La libertad de opinión te permite escuchar a los que opinan en tu nombre.
La libertad de elección te permite elegir la salsa con que serás comido.

Eduardo Galenao
Apuntes para fin de siglo.

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