Estimado amigo y lector: Este boletín de culturín intentará recordar una fecha excepcional en el calendario de los argentinos: la revolución de mayo. Cuando hablamos de revolución, hablamos de cambios profundísimos y viscerales que se dan en un lapso de tiempo muy corto. En general, se gesta durante algunos años; pero su aparición y desenlace es breve. El 25 de mayo se establece la Primera Junta de Gobierno, integrada por criollos y precedida por Cornelio Saavedra. Pero como este es un boletín de culturita y no de historia, a las artes nos remitiremos, dejando al final una breve reseña histórica para el que guste de saber. Era costumbre de la época asistir al teatro. Los días anteriores a la revolución se intentó censurar la obra “Roma salvada” que atacaba directamente a la tiranía. El público enfurecido exigió la presentación de la obra y ésta se realizó con el comienzo de Morante (actor principal) diciendo: “entre regir el mundo y ser esclavos, elegid sed vencedores de la tierra”. La ovación de los presentes no se hizo esperar y el espectáculo se desarrolló con la ausencia de algunos españoles que prefirieron abandonar la sala. Decidí, entonces, buscar algún verso o copla de la época y de la revolución. El cansancio de la búsqueda me estaba ganando y llegó a su fin cuando me topé con una singularidad histórica: Juan Huallparrimachi. Este aborigen llevaba en su sangre raíces reales, Incas, nobles e ilegítimas. Sirvió a la causa patriota bajo el mando de Manuel Padilla y la increíble Juana Azurduy (esposa del primero). Este hijo de la tierra llamado Juan fue duro y áspero en el frente de batalla y luego, en el horror de la noche y la miseria, escribía poesías a su enamorada que, al parecer, era la mismísima Juana. Traigo aquí uno de sus poemas que me dio escalofríos y, además, me identifiqué con él. Les dejo la versión en castellano (originalmente estaba escrito en quechua)
“Voy en busca de la muerte.
Nuestros enemigos
ya vendrán
levantando sus campamentos.
Mientras te encuentres en este mundo
harás huir la pena, y donde
me encuentre, tú sola harás
latir mi corazón.
Cuando arda el Misti, vomitando
fuego, te has de acordar cómo para ti arde
mi corazón oprimido.”
Hay una poesía mucho más extensa que sintetiza la cultura de este singular habitante originario. En ella se mezclan creencias de indudable carácter incaico, conceptos españoles y representaciones cristianas. El querido Juan muere con el pecho destrozado por una lanza que, según parece, tenía como objetivo dar con la humanidad de Juana Azurduy. A este patriota, mi memoria.
Reseña histórica
Entre los propagandistas y hacedores de la revolución encontramos de todo: oportunistas económicos (algunos de los cuales, como dirá más tarde Sartre de los franceses, “tienen el corazón a la izquierda, pero el bolsillo a la derecha”), gente que vende pastelitos (lo único que nos enseñan en la escuela primaria) y los ideólogos de una forma de gobierno distinta, buscando equidad y justicia. Entre lo integrantes del primer grupo estaban Martínez de Hoz y Álzaga. En el segundo, podemos recordar a Castelli, Belgrano, Moreno, Bernardo Monteagudo, etc. (son muchos) El ambiente caldeado pedía desde el 22 de mayo la destitución del virrey, siendo Manuel Belgrano quién (con la mano posada sobre el mango de su espada) el día 23 dijera (palabras más, palabras menos) que si el virrey no renunciaba en un plazo de tiempo estipulado (algo así como 24 horas), sería él mismo quién se encargaría de derribarlo con sus armas. Después del 25, se intenta llevar la revolución a otras localidades del Virreynato. Se hace una colecta para solventar gastos y aparecen datos que sorprenden: una esclava (con permiso de su amo) se ofrece como cocinera del ejército revolucionario. Un niño de cinco años de edad dona 1 peso fuerte. Lo mismo hace otro de ocho años y uno de tan sólo nueve (con el permiso debido) dona lo que tiene y ofrece sus servicios a las tropas en todo lo que su corta edad le permitiere.