Boletín Culturín N°13

Hace unos días estuve en el convento de San Carlos, en la localidad santafesina de San Lorenzo. La ciudad es famosa en nuestra historia por la batalla homónima que allí se desarrolló. En ella, el ejército de Granaderos a Caballos, dirigida por el hasta entonces Teniente Coronel José de San Martín, derrotó en su bautismo de fuego al ejército realista el día 3 de febrero de 1813.

El combate en sí mismo no es significativo desde un punto de vista militar, pero estratégicamente evitó que los españoles cumplieran con el objetivo de controlar el río Paraná y evitar, con ello, el comercio entre Buenos Aires y Asunción.

San Martín, alertado de esta maniobra, se hace presente en el convento y espera el desembarco enemigo. En dos minutos decide la estrategia a emplear y en sólo quince minutos los españoles son vencidos y literalmente empujados por las barrancas del Paraná. El célebre marino francés Hipólito Bouchard (quien merece un capítulo especial) le quitó la bandera y la vida al soldado español que la portaba. Los datos del combate impresionan: 250 españoles en el frente y 40 muertos contados. En las fuerzas patrióticas, 120 Granaderos con 20 muertos (muchos de ellos, como Juan Bautista Cabral, murieron después del combate y a causa de las heridas). En otros términos: los españoles doblaban numéricamente al ejército y a los caídos 1.

Más allá de estas precisiones históricas, mi visita al museo buscaba responder inquietudes relacionadas con estrategia militar; pero fui tomado por sorpresa cuando descubrí que sólo había una maqueta haciendo referencia al combate. Donado por un colegio de Buenos Aires, el escenario estaba contenido en una campana de vidrio sucia y con telarañas. Allí todavía puede apreciarse a un San Martín montado en un caballo blanco que nunca existió.

El museo presenta el estado de cualquier museo que considera cerrar sus puertas como medida para paliar la falta de recursos. Las condiciones del convento me impactaron tanto como un poema escrito con letrógrafo, colgado en la misma pared que vio desfilar tanto a soldados patriotas como a monjes misioneros.

Al misionero anónimo

Quizás no daba más tu teología,
del Reino y de un imperio servidor,
salvar y conquistar la paganía,
cruzado entre las armas y el Amor.
La espada tu Evangelio desmentía,
los yelmos apagaban tu fervor,
¡la mucha sangre de tu Eucaristía
no era sólo la sangre del Señor!

¿Pudo la Pascua hacernos gente esclava?
¿Qué nueva libertad nos liberaba
en las violentas aguas del Bautismo?

¿Qué paz traían tus atadas manos?
¿Hacía de verdad hijos y hermanos
el Padre Nuestro de tu catecismo

Pedro Casaldáliga.


1 Los números son aproximados, ya que varían de acuerdo al historiador. Los aquí expresados responden al parte de guerra que escribiera San Martín (fuente www.elhistoriador.com.ar) Ha de suponerse que el Teniente Coronel no contaba con un número preciso de españoles, los que ascenderían a unos 300 o más.

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