Estoy sentado en el bar Británico, en las orillas de San Telmo. Por la ventana puedo ver parte del parque Lezama, lugar en el que Sábato ubica algunas situaciones de su novela “Sobre héroes y tumbas”. El antro es la cueva perfecta para los que manifiestan su odio a la industria del turismo y para los amantes de las horas lentas entregadas a conversaciones que el siglo XXI promete aniquilar. Los cristales de la ventanas están opacos de la mugre, las vitrinas sucias añejan botellas de treinta años, el televisor anda mal y hay que rogar que el mozo se acuerde de vos porque, si estás en el reservado, no puede verte.
Un grupito discute detalles históricos en la mesa de la ochava. Ellos pretenden que lo atiendan como en el Tortoni 1. Un estúpido que habla en “cheto” fue hasta la barra y pidió que lo atendieran. El lavacopas lo miró y le dijo en perfecto porteño barrial (un dialecto menos rico que el cheto, pero infinitamente más áspero): “¿Y a vos quién te conoce?”. Y sin abandonar nunca la lectura del diario se dedicó a relajarlo mientras el porteño de brazos trabajados en el gimnasio quería boxear. Esta gente y la que pide el libro de quejas o amenaza con llamar a “Dfensa del consumidor” son sencillamente aborrecidos por los parroquianos. La situación se resuelve fácil: los que creen ser alguien, pueden entrar antes de las seis de la tarde. Después, el lugar se torna sombrío y es tierra de los ajedrecistas y otros habitué que no andan con vueltas: te aprietan y punto.
Son las dos de la tarde, es decir, pertenezco al grupo de los “no queridos”. Mi fiel amigo Eric me deja solo con una birome y algunos papeles para que yo escriba este boletín de cultura urbana.
Estas mesas (que hoy me rodean casi vacías) condensan parte de la historia del underground porteño. En ellas bebieron Andrés Ciro2 y el “pelado” Cordera3 (hoy ya no se los ve en el bario). Skay Bellinson4 las recorrió a todas. En una noche de nervios desenvainados, la “Negra” Poly 5 rompió una botella para herir de muerte al Petiso González6 . Por suerte el tajo nunca se produjo.
Aquí se congregaban actores que intentaban imitar las técnicas propias de Symms7 para tomar cocaína delante tuyo sin que te dieras cuenta. En la mesa ubicada a mis espaldas, Enrique y el “Indio” Solari8 despidieron su amistad ante la presencia silenciosa de Daniel Aráoz .
Junto a la columna central, uno toma café en compañía de la mismísima Parca. Estadísticamente, es la mesa con mayor cantidad de decesos en el bar. Siempre me gustó coquetear con la muerte, pero hoy prefiero mantenerme alejado. El rincón de la esquina, debajo del televisor, fue el preferido de Alejandro Medina . También anduvo por este bodegón Jorge Pinchevsky , que en los días de “chupete” vivió en una casilla de construcción en el parque. Este lugar fue segundo hogar y refugio de los que resistieron culturalmente. Hoy me atiende Trillo, uno de los tres integrantes de la sociedad y mozo a la vez. Es bajito, gallego y después de cincuenta años en el país no se sacó el seseo. No quiere hablar conmigo. Tiene sus motivos: dentro de 13 días, el bar cierra sus puertas para siempre, sin importar las dos, cien o tres mil firmas que se juntaron para evitarlo. Trillo habla con algunos clientes. Dice que anhela volver a Galicia, pero no le alcanza el dinero y ya no tiene trabajo. Mientras refiere esta historia, los ojos se le empañan. Me acuerdo del anarquista Comeclavos, el parroquiano más antiguo del bar. El día que se juntaron firmas, el tipo le dijo a Symms: “Saludalo al bar, saludalo porque se va y esta vez no vuelve”. No me quedan más palabras; yo también tengo ganas de llorar.
Héroe del whisky 12
(Beilinson – Solari)
Venderá algún milagro (nada de más…)
de bebedores entrenados ¡no digo más!
y regresará a su ciudad en la caja de un camión,
las estrellas ahí nomás, a su alcance,
frías.
Tiene metido hasta las cejas un
triste papel
en un menú muy complicado
de tony soirée.
Es lo que puede ofrecer,
papeles tristes y sed de boca floja
(y perdón para su lengua).
Bailará para la prensa
y dedicará el nuevo rock de
las cavernas a su vanidad.
Un héroe del whisky más
(el perro se hace notar)
su truco le hace ganar nenas bohemias.
No va a morir frente al Dakota,
no alcanzará,
dice que el amor se muere
y no dice más.
Un héroe del whisky más
en la caja de un camión,
las estrellas ahí nomás,
a su alcance, frías.
1 El bar más antiguo de la ciudad. Es impecable en todos sus detalles
2 Cantante de “Los Piojos”
3 Cantante de “Bersuit Vergarabat”
4 Guitarrista y pieza fundamental del mítico “Patricio Rey y sus redonditos de ricota”
5 Poly es la mujer de Skay y también pilar de los “redonditos”.
6 Supo ser representante de “Los Piojos”
7 Enrique Symms fue monologuista de los “redonditos”. Hoy es periodista, y habitué del Británico
8 Cantante y última pieza fundamental de Patricio rey y…
9 Hoy conduce “Compatriotas” en canal 7
10 Medina fue bajista de Manal, grupo fundacional del rock nacional. Tocó con Pappo y es uno de los pocos que pudo golpear al Carpo para ponerlo en su lugar. Sigue siendo músico y editó un disco hace poco meses. Las críticas son más que proemetedoras.
11 Pinchevsky es el violinista más conocido del rock. Nació en Rosario y murió en el 2003, luego de ser atropellado por un ciclista. Tocó con Charly, Billy Bond y Sui Generis, entre otros.
12 Canción del Indio Solari y Skay Bellinson, dedicada a Enrique Symms